El encierro que causó el Covid-19 fue la oportunidad perfecta para experimentar nuevos pasatiempos, especialmente ¡hornear!
Los primeros cinco meses de aislamiento resultaron en algunos triunfos con un pan de banano, un bizcocho de naranja, entre otros. Pero no todos los intentos fueron exitosos, un bizcocho de zanahoria insípido y muchos merengues caídos.
Para mi sorpresa mi abuelita Alice dejó tres cuadernos con todas sus recetas, que ahora me van a acompañar como un curso personalizados en este blog. La historia de Alice se las va a contar alguien que la conoció mejor, mi tía:
El amor por la cocina y la deliciosa sazón de Alice se remonta a su niñez
y juventud. Ella vivía en una finca cafetera de clima templado, en
Icononzo (Tolima), junto a su madre - la abuelita Dominga.
Recuerdo que contaba con emoción las largas jornadas de cocina que
tenían en fechas especiales. Preparaban los deliciosos tamales, envueltos
de mazorca y la famosa lechona Tolimense. Repartían estas delicias entre
los vecinos y se reunían para celebrar la Navidad, Año Nuevo, San Pedro,
etc.
La abuelita dominga preparaba las panelitas de leche más ricas
que he probado en mi vida!
Más adelante, cuando Alice ya vivía en Bogotá y tenía su propia familia (esposo y 4 hijos), continuaba deleitando los paladares de quienes probaban sus sancochos, sudados de pollo con verduras, bocadillos, cocadas de sidra, dulces de papayuela, galletas de leche, etc.
Con el ánimo de saber más sobre los secretos culinarios, tomó varios cursos de cocina. Empezó con postres como brazos de reina, ponqués, gelatinas decorativas, etc. Continuó con platos elaborados como el Pavo a la Galantina, souflés de atún, tortas de zanahoria y arracacha, etc. Finalmente, tomó un curso de pastelería y pastillaje y ahí encontró una de sus pasiones! Nadie se resistía a su delicioso ponqué negro de ceremonia, con nueces, fruta cristalizada, ciruela, uvas pasas y remojado en delicioso vino tinto. Los decoraba con delicadas flores de pastillaje que ella misma hacía de principio a fin! Además compartió su conocimiento y dió algunos cursos a personas interesadas en aprender.
Sin embargo, en estas épocas de pandemia (2020), en donde todos hemos estado en casa el
mayor tiempo posible, el legado que estaba escondido en alguna parte... ha
empezado a florecer. Su única nieta mujer, Laurita, ha sentido el deseo de
despertar los recuerdos de la cocina de Alice y ha desempolvado sus libros
de cocina!
Desde el cielo, Alice que nos dejó en el año 2005, estará
orgullosa y contenta de su legado.